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lunes, 20 de febrero de 2012

Historia de Eberron: La era de los gigantes (IV parte)

Tras el ataque de los dragones, los Señores supremos Titanes desaparecieron de Xen’drik sin que se haya podido obtener una explicación o descubrir donde fueron. Esta marcha dejó a los gigantes desorientados debido a la ausencia de sus líderes y, en cierto sentido, aliviados ya que los líderes que les habían guiado a la destrucción ya no estaban. Años después sus descendientes más primitivos llegaron al punto de ofrecer sacrifios a los titantes ausentes para mantenerlos satisfechos y evitar su regreso. Los dragones lanzaron varios hechizos poderosos sobre Xen’drik con la intención de prevenir el resurgimiento de cualquier civilización gigantes cuyos conocimientos y falta de moderación pudieran amenazar la vida (especialmente la vida de los dragones) en Eberron. Además, la horrenda magia de sangre utilizada por los gigantes al crear y utilizar RompeLunas no dejó únicamente su continente en ruinas, sino que manchó esas tierras con muchas maldiciones arcanas y peligrosas.

La Maldición del Viajero afectó a las distancias y al terreno, haciendo que el viaje de un punto a otro de Xen’drik fuera terriblemente impredecible. Como resultado, el mismo viaje podía llevar solo días en una ocasión y meses en la siguiente. Además, el terreno de Xen’drik altera mágicamente su clima y condiciones de forma aleatoria: los glaciares se derriten y convierten en lagos en unas pocas horas y tras irte a dormir en un terreno desértico puedes despertar en un jungla que ha crecido durante la noche.

La Du’rashka Tul o “locura de la multitud” en la lengua giante, fue una poderosa maldición arcana lanzada por los dragones sobre Xen’drik, una protección épica y compleja que pretendía evitar que los gigantes consiguieran alcanzar el poder en el futuro. De acuerdo a la leyenda, la maldición afecta a cualquier grupo de seres inteligentes capaces de establecer una civilización de un cierto tamaño en el continente maldito que, de repente sufren un ansia homicida que les lleva a matar todo aquello que encuentran en su camino (incluyendo unos a otros). Los gigantes, drows y otras razas locales de Xen’drik quedaron aterrorizados por esta maldición y desde entonces evitaron organizarse en ciudades o en grandes grupos sociales de forma que los nativos de Xen’drik permanecieron como tribus relativamente primitivas y sociedades de cazadores durante milenios.

Bajo esas difíciles condiciones, los Sul’at, los Cul’sit y el resto de gigantes civilizados involucionaron a lo largo de los milenios hasta alcanzar el estado de razas primitivas de la actualidad: gigantes de la tormenta, de las nubes, de fuego, de hielo, de piedra, de junga y de montaña. Algunos gigantes huyeron de esta pero todos ellos perdieron sus grandes conocimientos. Las diversas razas de semigigantes (trolls, ogros, verbeeg, firbolgs y similares) son descendientes de esos gigantes que huyeron a otros continentes.

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