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viernes, 21 de noviembre de 2008

Argonnessen- La Planicie (The Vast)

Población Dracónica: Varia (aproximadamente 4.000)
Población no dracónica: 142,900 (21% humanos, 17% trasgoides, 12% orcos, 11% enanos, 10% cambiantes, 9% gigantes de piedra, 3% yuan-ti, 3% replicantes, 3% medianos, 3% gnomos, 8% otros).

En dracónico este territorio de Argonnessen recibe el nombre de Dja’Valarach. En común suele ser traducido como La Planicie (The Vast, en inglés), interpretado como un gran vacío o un espacio abierto. Pero para un dragón, la palabra incluye significados más profundos. Se trata del espacio alrededor de un dragón en vuelo. Es la libertad de moverse en cualquier dirección. Muestra las infinitas posibilidades de futuro, sin ataduras. Eso es lo que la Planicie representa para los dragones de Argonnessen – libertad y falta de seguridad. Es una tierra sin leyes, donde los dragones son libres de mostrar exultantes su fuerza y su poder, de dirimir diferencias con otros dragones y de reinar sobre las criaturas menores.

En primer lugar, la Planicie es un terreno de pruebas. Cuando un dragón de Los Miles se convierte en adulto se le da la elección de servir en la Luz de Siberys o de encontrar su propio camino en la Planicie. Aquellos que eligen ir a la Planicie deben permanecer allí durante al menos cincuenta años; los que sobreviven se convierten en adultos y pueden regresar a Los Miles y reclamar un territorio y el dominio de un vuelo. Sin embargo, algunos eligen permanecer en la Planicie. Estos dragones prefieren el reto y la vida incierta que esta tierra les proporciona. La vida en Los Miles es estable pero permanece estancada. En la Planicie, un dragón puede ser un conquistador, un tirano o el defensor de los inocentes. Cada día puede acabar en un enfrentamiento a vida o muerte y, para muchos dragones, esa emoción vale el riesgo.



Los dragones de la Planicie son libres de hacer lo que quieran. La vida es un juego mortal, con las criaturas vivientes como peones. Un dragón puede tomar cualquier tierra que pueda mantener y, cualquier otro dragón puede intentar quitársela. Oro, tesoro, esclavos - todos son parte del juego de poder, la eterna lucha por el estatus. Algunos dragones se rebelan en la violencia y pasan sus días cazando la presa más difícil que pueden encontrar. Algunos viven en medio de un esplendor hedonístico entre los no dragones que les reverencian. Unos cuantos disfrutan protegiendo a las criaturas inferiores; se sienten bien defendiéndolos de los depredadores y los gobernantes crueles.

Los dragones de la Planicie sienten un gran entusiasmo por los conflictos con otros dragones. Estas pruebas pueden extenderse durante meses o años. Un dragón victorioso normalmente deja vivao a su víctima en su primera batalla, para darle tiempo a contemplar su pérdida y a prepararse para su derrota final. Aunque algunos dragones rabiosos se nutren de la sangre y la rabia, para la mayor parte de dragones el juego es mucho más satisfactorio que la propia victoria. El conflicto, no la resolución, es lo que debe ser saboreado.

Un dragón que establece y mantiene una gran área en la Planicie es conocido como un Señor del Dominio. Su estatus a los ojos del resto de Señores se basa en el tamaño de su dominio, su tesoro, el número de criaturas no dracónicas a las que manda y el número y tipo de dragones a los que ha vencido. Aunque la edad suele ser un factor a tener en cuenta, los logros son tan o más importantes en la Planicie; y si un joven dragón puede vencer a sus mayores, ganará respeto… y se convertirá en un objetivo para el resto.

Muchos dragones abandonan la Planicie al convertirse en adultos. Muchos no llegan a sobrevivir hasta ese momento. Algunos permanecen en la Planicie durante toda su vida. Estos antiguos Señores de Dominio no suelen retar a los jóvenes; vencer a un dragón negro adulto es un reto o una satisfacción demasiado pequeña para un anciano wyrm dorado. Los antiguos mantienen su juego con otros dragones de edad similar, pero también trabajan para mantener la Planicie. Importan nuevos monstruos para reemplazar a aquellos muertos en combate. Hacen lo que sea necesario para mantener a la población no dracónica en unos números manejables y se encargan de traer nueva población si los suministros de ésta se vuelven escasos. Además representan a la Planicie en el Cónclave de Argonnessen. En muy pocas ocasiones hablan con una sola voz, pero defienden su modo de vida y la importancia de este reino libre.

Aunque no hay industrias distribuidas por el territorio, muchos Señores del Dominio fuerzan a sus súbditos a trabajar en minas de minerales y piedras preciosas y a producir bienes dignos del tesoro de un dragón. Un Señor del Dominio puede usar esos bienes para comerciar con otros dragones, para intercambiar tesoro por esclavos tal y como un humano podría comprar ganado o para ofrecer un tributo a cambio de una alianza temporal contra otro dragón.

La Planicie también comercia con criaturas no dracónicas. Además de “importar” criaturas de otros continentes, los dragones de la Planicie son la fuente primaria para los no dragones que se hallan en otros territorios. Un dragón que regresa a Los Miles puede llevarse siervos con él, mientras que un dragón del Tapiz podría reclutar asistentes de laboratorio en Io’lokar.

La Planicie también tiene más población no dracónica que el resto de territorios. Las razas menores llegaron a Argonnessen durante miles de años: Trasgoides, cuyos ancestros fueron salvados de la caída del Imperio Dhakaani en las manos de los daelkyr, todavía cantan las canciones de duur’kala – los cantantes de guerra dhakaani. Elfos, cuyos ancestros fueron traídos de las arenas de Xen’drik mucho antes de la revuelta elfa contra los gigantes, y que no saben nada de la Corte Eterna o de los Tairnadal. Hay criaturas no dracónicas nunca vistas en Khorvaire, miembros de razas que fueron exterminados por los gigantes o los daelkyr. Se pueden encontrar todo tipo de comunidades en la Planicie. Algunas son metropolitanas con miembros de una docena de razas viviendo bajo un mismo techo mientras que otras comunidades se aíslan racialmente para preservar secretos de sus olvidadas culturas

Por supuestos, todas estas criaturas tienen un aspecto en común: viven bajo la sombra de un Señor del Dominio. Para un Señor de Dominio, los no dragones son una extensión de su tesoro. Otros dragones pueden intentar robar criaturas de sus dominios, o matarlas; la vida siempre es incierta y un ataque puede llegar en cualquier momento.

Dos Señores de Dominio pueden tener estilos de gobierno completamente diferentes. Algunos hacen frecuentes demostraciones de fuerza y requieren sacrificios. Algunos demandan ser reverenciados y, en algunos casos, sus siervos realmente creen que esos dragones son dioses; algunos de los Señores de Domino más antiguos han desarrollados escuadrones de soldados fanáticos dispuestos a morir por sus señores dragones. La vida en la Planicie puede ser brutal y corta, pero la gente de esta tierra conoce poco más.


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